Bonn (INP)
Gerhard Schr?eder, Canciller Federal de Alemania, ha declarado que el éxito en la lucha contra la desocupación será la medida de su gestión de gobierno. En Alemania hay unos 4,5 millones de desocupados, cerca del 10 por ciento de la población activa.
Un desafío para el mercado de trabajo fue la reunificación alemana, en 1990. El programa de empleo en la economía socialista había acabado, y los socios comerciales del Consejo de Ayuda Mutua Económica dejaron de comprar por su propio colapso económico. Y las ex-empresas estatales no estaban habituadas a competir en los mercados mundiales.
Para ello fue necesario que incrementaran su productividad y fabricaran productos de primera calidad. Estos aumentos exigieron el sacrificio de tres millones de puestos de trabajo en la ex RDA. Pero también se constataron éxitos: en Dresde se asentaron dos consorcios mundiales de fábricas de chips. Cara y cruz
La productividad es la bendición del mercado laboral alemán. En 50 años, el PIB real se multiplicó por ocho. Las exportaciones aumentaron de 4.000 millones de marcos en 1949 a más de 900 mil millones de marcos en 1999.
Esa valoración hace posible que en Alemania se paguen los mayores salarios por hora del mundo. éstos surgen de acuerdos tarifarios acordados libremente entre las organizaciones de empleadores y las de los trabajadores. De ello se beneficia el sector turístico: en 1949, los alemanes gastaron 10 millones de marcos en viajes al exterior, en 1999, más de 80 mil millones.
La productividad es, simultáneamente, la cruz del mercado laboral alemán. Walter Riester, el Ministro Federal de Trabajo dijo: "en Alemania es un gran problema que para las personas con escasa cualificación haya pocas posibilidades de trabajo, que sólo pueden existir con salarios correspondientemente bajos. Pero Alemania es un Estado social y la idea de un trabajador pobre no es aceptada en términos de política social.
Política para todos
La asistencia social del Estado garantiza una vida digna. Ahora, el Estado busca posibilidades de crear puestos de trabajo. El ministro Riester piensa en un modelo de ingreso mixto, compuesto de dos partes: sueldo y asistencia social. Por otro lado, los sindicatos rechazan la creación de un "sector de sueldos bajos", por temor a que toda la estructura de salarios se desequilibre.
La política laboral se concentra en dos grupos: los jóvenes desocupados menores de 25 años y los trabajadores mayores entre los 55 y los 60. Para los primeros se planea una ofensiva de cualificación, y para los segundos un retiro paulatino de la vida activa.
La ley de trabajo de tiempo parcial por edad, de 1996, abrió esta última posibilidad a los trabajadores mayores. El Estado espera que los empleadores (en caso de un retiro parcial del trabajador de más edad) ocupen la otra mitad del puesto de trabajo con un desempleado o un aprendiz.
En ese caso, el erario público financia el 20 por ciento del sueldo del trabajador que se retira parcialmente. Otros detalles pueden ser acordados entre las partes tarifarias. En efecto, los sindicatos y patronales firmaron hasta fines de
1998 unos 200 acuerdos tarifarios en ese sentido, que afectan a 10 millones de trabajadores, es decir, casi un tercio de toda la población activa.
Los acuerdos no contienen elementos compulsivos. Son un ofrecimiento para los trabajadores, es decir, que nadie tiene que retirarse antes si no lo desea.
Con un programa inmediato para la disminución de la desocupación juvenil, el Gobierno Federal se ha propuesto proporcionar capacitación y trabajo a 100 mil jóvenes, es decir, a casi un 25 por ciento de las personas que buscan trabajo en el...
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