La gran mayoría de los ejecutivos intenta dirigir organizaciones éticas, y sin embargo la corrupción corporativa está por doquier en algunas empresas. Parte del problema es que algunos líderes promueven malas conductas desde la cima. Sin embargo, lo más común es que los empleados "amoldan" o violan las normas porque sus jefes se vuelven "ciegos" ante sus conductas o las ignoran, ni anticipan posibles consecuencias de ciertos actos.
Parte del desafío de la gestión es que los empleados y las organizaciones requieren metas a fin de destacarse. De hecho, uno de los hallazgos más frecuentes en investigaciones sobre la conducta gerencial es que brindar metas específicas, y moderadamente difíciles, es más eficaz que expresar exhortaciones vagas del tipo: "Háganlo lo mejor posible".
No obstante, los estudios también muestran que recompensar a los empleados por alcanzar metas demasiado limitadas puede incentivar a descuidar otras áreas, a asumir riesgos no deseados del tipo "el fin justifica los medios" o participar en conductas poco áticas en las cuales de otra forma, no se hubiesen involucrado.
Los líderes que establecen metas deberían tomar la perspectiva de aquellos cuya conducta están tratando de influir y analizar sus posibles respuestas. Esto ayudara a prevenir consecuencias no buscadas, y a evitar que los empleados pasen por alto otros objetivos que son importantes de premiar.
Cuando los líderes no son capaces de cumplir con estas responsabilidades, no solamente están fomentando una conducta poco ética en el negocio; sino que también se ven ciegamente involucrados en ellas.
En otras palabras, el establecimiento de las metas debe estar mediado por un análisis de los posibles caminos que tomara el personal para alcanzar el objetivó fijado, a fin de prever roces éticos.
Es importante una normativa clara en cada compañía.
Redacción elempleo.com
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