A principios del siglo pasado, sólo se exigía de un trabajador que realizara su tarea sin pensar ni sentir. Luego, en los últimos años del siglo XX, el capital emocional de la empresa fue adquiriendo creciente importancia y, al día de hoy, se buscan personas que sepan, que piensen, que sientan y que actúen en consecuencia.
El trabajador del siglo XXI debe poseer compromiso, creatividad, eficiencia, flexibilidad, colaboración, iniciativa y otros diversos atributos o competencias de creciente valor.
Seguramente, lo más visible de los cambios en las empresas son estas nuevas relaciones jefes-colaboradores.
Todo apunta al liderazgo y al empowerment como principios reguladores de las relaciones jerárquicas en las empresas.
Cambios producidos
Para María Elena Gómez, directora de Alexandre Tic, unidad estratégica de Adecco, el jefe ya no es el que más sabe.
Los líderes, en efecto, se ocupan cada vez más del desarrollo de las personas a su cargo, atendiendo al potencial de cada uno y las necesidades de la empresa.
Algunos trabajadores presentan potencial de desarrollo técnico y otros parecen más encaminados a la gestión. Se debe aceptar que algunos empleados tienen más dificultades que otros, ante sus posibilidades de desarrollo. Pero el hecho, en suma, es que el jefe no es experto en todo y quedaría mal si lo pretendiera.
En este sentido se han identificado algunos principios para definir cuáles son las características del jefe del nuevo milenio.
Si queremos que el trabajador se sienta responsable hay que asignarle un margen proporcional de poder. De otro modo, no se sentiría vinculado con los resultados, sino amparado en la responsabilidad superior.
En la medida en que el jefe se limita a ordenar, los subordinados se dedicarían a obedecer, y por ese camino, se desperdiciaría capital emocional y, por lo tanto, capital humano.
La empresa deposita en cada mando una confianza de la que se ha de hacer buen uso y eso lo saben bien los buenos líderes. Este nuevo jefe, tiene dos caras la de líder y la de gestor.
Liderazgo
?El jefe ha de liderar. El reto es descifrar bien este concepto, sin mitificarlo ni adulterarlo. Los jefes son celebrados por sus colaboradores en la medida en que, lejos de intentar manipularlos, destilan autenticidad, ascendencia personal, responsabilidad, compromiso, eficiencia, integridad, habilidad de escuhar, autocontrol, empatía, autocrítica, seguridad en sí mismos, claridad de ideas, optimismo, facilidad para encontrar soluciones, flexibilidad, aplomo, conocimiento de la organización, buena digestión de éxitos y fracasos, paz interior, capacidad de análisis y síntesis, elegancia formal, ética, conocimiento de sus colaboradores y respeto a su ...
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